La intrahistoria: así hicimos el artículo sobre Reticare

Javier Lacort
Hipertextual Backstage
10 min readOct 28, 2015

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[Este es el artículo sobre Reticare]

A principios de abril, de una reunión editorial y un consejo de Eduardo, salió la idea. “Vamos a investigar lo de Reticare”, le dije a Ángela. Comenzamos a pensar en qué teníamos qué hacer: a quién llamar, a quién acudir, con quién sentarnos a hablar. Calculamos que podría llevarnos cosa de un mes. Meeeec. Primer error. A los pocos días nos dimos cuenta de que nos iba a llevar… algo más.

Al menos teníamos claro que no iba a ser un artículo más, ni siquiera un artículo elaborado más, sino que tenía que ser algo que nunca habíamos hecho, ni nosotros ni Hipertextual, para subir el listón.

Como las conversaciones y esquemas básicos no eran suficientes, acabamos abriendo un board propio en Trello. En Hipertextual llevamos usando Trello desde 2012, la mayoría de los artículos se han ido organizando y comentando en cards, pero nunca llegamos a necesitar un board completo para un sólo artículo. Y sí, sigo acentuando “sólo”.

Meses más tarde, cuando pedimos ayuda a Ariana con los recursos gráficos, la añadimos a este board y descubrió a su manera otro tipo de iceberg.

Ángela llamó por teléfono a Rubén Pascual, del blog divulgativo Ocularis, él fue el primero. A partir de ahí, llamadas, mails y entrevistas personales. Esta es la lista completa de personas que nos han ayudado de una forma u otra. Gracias a todos, uno por uno.

  • Salvador Alsina, miembro del comité ejecutivo de FEDAO (Federación Española de Asociaciones del Sector Óptico).
  • Dr. Félix Armadá, Jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario La Paz, y presente en la rueda de prensa inaugural de Reticare.
  • Eva Belmonte, Responsable de Proyectos de Civio.
  • Dr. Michael A. Burdon, del Real Colegio de Oftalmología de Reino Unido.
  • Sergio Carrasco, ingeniero y abogado especializado en Derecho Público y Derecho Tecnológico.
  • Dr. Rahul Khurana, portavoz de la sección de oftalmología clínica en la Asociación Americana de Oftalmología.
  • Nilo García Manchado, administrador único y apoderado de la empresa Tecnología Sostenible y Responsable, responsable de la venta de Reticare.
  • Enrique Orellana, portavoz del Consejo General del Colegio de Ópticos-Optometristas.
  • Dr. Rubén Pascual, encargado de la sección de Oftalmología infantil y Estrabismo en el Hospital San Pedro en Logroño, y autor del blog Ocularis.
  • Francisco Javier Pérez Trujillo, Director de OTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación de la Universidad Complutense).
  • Ángel David Rodríguez Jiménez, investigador de la Universitat Jaume I y doctorando en Fotónica.
  • Rubén Sánchez, portavoz de FACUA.
  • Dra. Celia Sánchez Ramos, desarrolladora del producto Reticare.
  • Dr. Josep Torras, Director de Docencia del Instituto Clínico de Oftalmología del Hospital Clínico de Barcelona.
  • Mariano Velasco, Responsable de Prensa de la Oficina Económica y Cultural de Taipei (Taiwán).
  • Fuente anónima de la Facultad de Física de la Universidad Complutense.
  • Óptica anónima de Madrid.
  • Otra óptica anónima de Madrid.
  • Óptica anónima de Barcelona.

Aquí también me gustaría apuntar que algo a priori sencillo se demoró meses. Encontrar a alguien con acceso a un espectrómetro capaz de medir las emisiones en fuentes de luz de dispositivos electrónicos. Ángel David fue la persona.

Por supuesto, al tuit no hubo ni una respuesta. Ni una respuesta seria, al menos.

Algo curioso es que en principio teníamos en mente únicamente a las láminas Reticare, al producto. Pero conforme íbamos profundizando, veíamos que el entramado empresarial en torno a Reticare era enorme, mucho más grande de lo que podíamos haber pensado, y valía la pena investigar también ese campo. Fue como sumergirse en el océano con una escafandra para ver la base de un iceberg y darse cuenta de que bajo esa base no hay agua sin más, sino que continúa un bloque de hielo descomunal.

De todas las entrevistas realizadas, sabíamos que la parte complicada llegaría con las de Celia y Nilo. La persona que desarrolló Reticare, y la persona que se encarga de venderlo. No tenía sentido que sólo uno de los dos se encargara de ponerle el cascabel al gato, así que en ambos casos fuimos ambos, acompañados también de Ariana Escobar, que hacía las fotografías.

La entrevista con Nilo

Fotografía: Ariana Escobar — Hipertextual

Con Nilo quedamos un jueves en la cafetería del Círculo de Bellas Artes. Fue muy amable incluso tras percibir que no era una entrevista como, supongo, él esperaba. Eso sí, la entrevista fue la más tensa en la que he estado nunca. Aparte de nosotros tres y Nilo estaban una periodista llamada Sonia, imagino que responsable de comunicación, y un cámara. Esa fue la primera sorpresa, pidieron grabar toda la entrevista con un micrófono colocado en la mesa central y una DSLR apuntando a los tres, Ángela, Nilo y yo. Sobra decir que no nos opusimos, pero fue sorprendente. Nunca nadie nos había pedido antes grabar una entrevista.

Como decía, en la entrevista se notaba la tensión, pese a la cortesía de Nilo, un excelente comunicador por cierto, y la nula intervención de Sonia, que escuchaba muy atenta cada frase, y el cámara. El aire pesaba y las palabras se medían al milímetro. En cierta forma, desconfianza. He entrevistado a directores, jefes de producto y altos cargos de multinacionales, casi todos siempre con alguien de comunicación al lado midiendo palabras e interviniendo puntualmente. El ambiente de esta ocasión nunca se había dado.

Fotografía: Ariana Escobar — Hipertextual

La entrevista duró algo más de hora y media. Tras tanto tiempo hablando, y sobre todo enfrentándose a preguntas bastante inesperadas, imagino, es normal que uno acabe saliéndose ligeramente de la vereda. Creo que a Nilo le traicionó ligeramente el subconsciente cuando pronunció la siguiente frase, que cito literalmente, tal y como la dijo.

A mí personalmente y creo que a cualquier padre de familia y cualquier persona bien informada, y creo que incluso si eres objetiva a ti y a ti, hay razones más que suficientes como para tomar medidas de prevención. Sobre todo si esas medidas de prevención no van a tener ningún resultado negativo.

Creo que traducido puede significar algo como “esto no te hace ningún daño”, un captatio benevolientae en toda regla. Algo que hizo que sobrevolara la figura de la homeopatía por la sala. “No te hace ningún daño, al fin y al cabo”, parecía ser el mensaje.

La entrevista con Celia

Fotografía: Ariana Escobar — Hipertextual

Tuvo lugar un miércoles en la Facultad de Óptica y Optometría de la Universidad Complutense. A Celia la habíamos visto en muchos vídeos, y de cierta manera coincidimos en el diagnóstico: nos parecía una mujer calculadora, que no dejaba ni un detalle fuera de su alcance, y con un carácter fuerte. De ahí aquello de ponerle el cascabel al gato. ¿Cómo reaccionaría con nosotros la persona que creó un producto en cuya entrevista estamos cuestionando constantemente?

Malas noticias para los prejuicios. Celia resultó ser mucho más amable, cercana y paciente de lo que pudimos pensar. También una comunicadora excelente. Y sorprendente, pese a que tenía el discurso aprendido de sobra — no somos ni los primeros, ni los segundos, ni los vigésimos que la entrevistamos, sí tenía algún detalle lejos de su mano.

Fotografía: Ariana Escobar — Hipertextual

En la entrevista, que duró cerca de dos horas y también fue grabada en vídeo, tuvo también un momento revelador. Todo su discurso, su investigación y su producto estaban orientados a las emisiones de luz LED con el espectro azul. Cuando le pregunté si las pantallas de tecnología LCD (con iluminación LED o no) también estaban en ese “peligro” dijo que posiblemente no, que todo era cuestión de medirla. Entonces le dije que por qué se vendía Reticare adaptado específicamente a dispositivos con pantalla LCD, como los iPhone o los iPad. Ahí directamente dijo que ella es investigadora y no quien vende Reticare, y que ese era un tema comercial. Balones fuera.

Las personas

Cuando empezamos a poner en orden las ideas, redactar y recopilar toda la información que teníamos, vimos que un contenido especial necesita un continente especial. José V. y Joncho Jonchín, a.k.a. “José y Joncho, el Dúo Rechoncho” (pese a que los dos están flaquitos), encargados de diseñar y programar respectivamente, con Ariana y Eduardo a la batuta, “dejaron níquel”, que diría mi excompañero de piso, un formato específico para ese artículo. Mención especial a Joncho, code ninja (su nombre real es Fran Delgado), cuya mente de programador no fue óbice para que implementase con buen gusto un índice mucho mejor del que teníamos pensado. Un CSS vs HTML de manual.

También mención especial a Jose, que hizo unas hermosas infografías para explicar de forma simple las conexiones familiares y empresariales que rodean a Reticare. Jose, ojalá algún día cumplas tus sueños y conozcas a Ariel Winter.

Más: Ara Rodríguez y Alberto J. Sánchez, compañeros de fatigas, también nos dieron su apoyo con un aspecto en el que sencillamente ya no sabíamos hacia dónde tirar. Y lo resolvieron.

Acabamos creando un grupo en Slack para ir comentando todas las vicisitudes que iban surgiendo, no fueron pocas.

La noche previa a la publicación los ojos que querían ayudarnos a revisar el artículo se multiplicaron. César Muela, nuestro Señor Lobo, trasnochó y madrugó releyéndolo. Eduardo hizo lo mismo con Ángela y yo en la oficina hasta las 4 de la madrugada, y tuvimos la aparición sorpresa de Álex Barredo, que además de venir a ayudarnos y prestar apoyo moral, trajo víveres: bebidas ricas en cafeína y alimentos ricos en azúcares añadidos. ¯\_(ツ)_/¯

Lo que aprendimos

Si algo saco en claro tras esta primera vez es que no es buena idea comenzar un artículo con una hipótesis sesgada. Básicamente, el plan inicial era una investigación que afianzara nuestras teorías. Teorías, por cierto, sin demasiado fundamento. Así que sería mejor llamarlas suposiciones, o incluso deseos. Un error tremendo que por suerte enmendamos a tiempo.

Ángela Bernardo es Steven Seagal

Ángela Bernardo. Foto de un servidor, Javier Lacort.

Han pasado casi tres años desde que la conocí, y Ángela se ha convertido en Steven Seagal. Déjala en bañador en mitad de la sabana africana con un burbujero y al día siguiente aparecerá en la oficina con un traje a medida y un millón de dólares en un bolso a juego. Suéltala frente al leviatán en su propia guarida y se encargará de coserle a preguntas incómodas sin despeinarse la melena ni perder la sonrisa tímida. Ponle cinco guardaespaldas al rival y prepara palomitas para disfrutar del show. Corta una cabeza y dos más la reemplazarán. Hail Hydra.

Mañana

Otra cosa que hemos comprobado: qué caro es hacer esto. Y eso que no hemos tenido que salir ni de España. Sólo la suma de las horas de trabajo totales de todos los implicados ya está muy por encima del precio máximo por pieza que un medio español le puede pagar a un freelance.

Esta teoría no es mía, yo sólo la comprobé de primera mano. Es de Antonio Villarreal en su blog, en el artículo Amar al New Yorker por las razones equivocadas:

No negaré que trato de imitar esta forma de trabajar todo lo que puedo, me vuelven loco estas historias, producirlas y consumirlas. El tema del que nadie habla nunca es de lo caro que resulta hacer un buen reportaje. Literalmente, miles de euros. Y aquí en España casi nadie paga más de 300 euros. Es decir, que para un freelance, los grandes reportajes se miden en pasta que has palmado haciéndolo.

Esa es la clave. Publicar lo de Reticare no ha sido rentable, y seguramente jamás pueda serlo. Las piezas así se subvencionan con el tráfico que generan otros contenidos que llevan una fracción del tiempo empleado. Ahí también entra una cuestión de orgullo, de nombre. Lo fácil sería apuntar hacia el modelo viral que veo que es lo que arrasa en mi muro de Facebook. Vídeos lacrimógenos, GIFs curiosos, clickbait descaradísimo (de este tema podemos hablar otro día). Nadie confiaba en él cuando salió al escenario y su actuación dejó a todos boquiabiertos. Artículo listo en quince minutos, cientos de miles o millones de páginas vistas en la primera semana. Una vez le dije a alguien que en este sector jamás me haría rico, pero aspiraba a, algún día, y me quedan años de margen, ser alguien respetable profesionalmente. Respeto del que se gana, no del cortés.

Para nosotros, a tiempo completo, lo de Reticare supuso ir sacando puñaditos de horas semanales. Hoy dos, mañana ninguna, pasado media. Y poco a poco ir hilvanando el artículo. Para un freelance, sería lo que comentaba Ant0nio: un gran reportaje se mide en la pasta que perdiste por el camino. Lo cual puede ser un gasto, un dinero perdido, o una inversión indirecta: llamar la atención de directores y que ese “escaparate” derive en un contrato, o en fichar por una empresa que sencillamente pague más o tenga mejores condiciones.

Ojalá algún día este tipo de contenidos sean rentables de forma independiente.

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